
Cuando en el seno de la familia se suscita violentada física o psicológica entre los círculos más cercanos, aparece, como un espejo, la imagen de lo que nuestra sociedad sigue siendo.
Desde esta perspectiva, las características humanas consideradas “femeninas” o “masculinas” son culturalmente aprendidas a través de la socialización, y no adquiridas biológica o “naturalmente” en base al sexo.
Para comprender la existencia de violencia hacia las mujeres, es indispensable conocer y analizar las percepciones y valoraciones que las personas realizan en torno al significado del ser hombre y del ser mujer, y analizar los estereotipos de género existentes, que mantienen un vínculo entre la idea de la superioridad del varón respecto de la mujer y la creencia de que el hombre tiene derecho a utilizar su fuerza física para mantener un dominio y control en el ámbito familiar.
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